El aporte de la mujer en la Empresa Familiar.

En ocasión de la celebración del día Mujer Paraguaya, me pareció propicio analizar el aporte de la mujer dentro de la empresa familiar. Conver­sando con la fundadora de una empresa de propiedad fa­miliar de varios años en el mercado, intercam­biamos opiniones sobre cual es la principal con­tribución de la mujer a la empresa de esta índole. La charla, por supuesto, se extendió más de lo previsto, lo que siempre ocurre cuando uno con­versa con una persona sabia y experimentada. A continuación comparto la síntesis de nuestro análisis.

Dentro de la familia: Es innegable que la mujer desempeña un papel fundamental dentro de cual­quier familia, pero dentro de una familia empre­saria la mayoría de las veces es “la abanderada” de la preservación y transmisión de los valores, es también la principal encargada de la educación de los futuros líderes del emprendimiento familiar y una cosa muy importante: es la “guardiana de la armonía familiar”, ya que habitualmente tiene que actuar tras bambalinas ante la presencia de un conflicto o una situación de tensión familiar.

Pero atención: que la influencia y el poder de di­suasión y convencimiento que tienen las madres sobre sus hijos puede constituir un factor de ries­go si es que no se maneja de manera adecuada.

Dentro de la empresa: El estigma del papel invisible y poco valorado de las mujeres ha ido cambiando, si bien aún no podemos hablar de una igualdad de condiciones o de un reconocimiento pleno de sus talentos, debemos reconocer que hay una mayor amplitud a tener en consideración a las hijas, hermanas, esposas como candidatas a cubrir un puesto en la empresa de familia.

En los últimos veinte años la mujer ha tomado un rol mucho más protagónico dentro de la es­tructura de una familia empresaria, ya que ante­riormente se le concedía solamente la condición de accionista y no así la de Presidenta, Gerente o Directora que son lugares donde puede verdade­ramente tener poder de decisión.

En mi experiencia, trabajando con empresas fa­miliares, no se si por casualidad o no, la mayoría de los casos abordados han sido las mujeres ma­dres o hermanas las que lideraron los procesos de construcción del Protocolo Familiar.

He podido comprobar que las mujeres empren­dedoras demuestran un alto grado de compromi­so con la empresa, pese a que todas ellas en algún momento de su vida han afrontado situaciones difíciles y hasta traumáticas (como por ejemplo la quiebra del negocio o el fallecimiento del marido) para poder llegar al lugar donde se encuentran, sin embargo eso no les ha impedido llevar ade­lante su hogar y dirigir su empresa, tareas que lo han desarrollado de manera exitosa.

Otro aporte indudable de la mujer a la Empresa Familiar es su gran capacidad de ordenar y or­ganizar las tareas, además la mujer, y sobre todo las madres, por su alto grado de intuición, poseen una habilidad especial para detectar las necesi­dades individuales y los talentos de los miembros de su familia y buscar así la manera de que cada integrante se desarrolle en el lugar para indicado.

Si todo esto es cierto, entonces, porque no conta­mos con más mujeres como sucesoras o directo­ras de empresas familiares?. Los números no son muy alentadores, aún reflejan un porcentaje muy bajo de mujeres que ocupan altos cargos. Las mu­jeres representan entre el 1 al 3% de las presiden­cias o direcciones ejecutivas de las empresas mas grandes de la región.

Cabe destacar que las empresas que cuentan con una o más mujeres en sus comités ejecutivos pre­sentan una rentabilidad sobre el capital del 44% mayor a aquellas empresas que no incluían muje­res en esas posiciones.(*)

En nuestro país, como en el resto de la región se sigue privilegiando al hombre a la hora de de­cidir quién asumirá el rol de protagonista en la sucesión de la empresa familiar, creo que esto se debe principalmente a que muchos padres desean proteger a sus hijas no exponiéndolas a las situa­ciones complejas que conllevan dirigir un em­prendimiento, además es evidente que la mujer se encuentra transitando un camino donde pre­tende encontrar el equilibrio entre su desarrollo profesional y la familia, esta flexibilidad es vis­ta por otros miembros como una falta de entre­ga y compromiso por parte de la mujer, a la cual otorgan ante éste análisis se le otorga dentro de la empresa tareas poco importantes y nada tras­cendentes.

“Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas” dice una frase conocida de Mary Wollstonecraft. (filóso­fa y escritora inglesa), por tanto sea cual fuere el lugar que ocupe la mujer dentro de la estructura de la familia empresaria como esposa, fundado­ra, líder, madre, hija, hermana, etc. es ella misma quien debe ocuparse de su formación y prepara­ción para ocupar el rol que desee asumir.

Opinión: Abogada Verónica - Drelichman Abogados

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